El sector agrícola se caracteriza por una serie de contratos específicos, entre ellos el arrendamiento de fincas rústicas. Recientemente, la Ordenanza n.º 9725 del 10 de abril de 2024, emitida por la Corte de Casación, ha abordado la cuestión de la calificación de los contratos de pastoreo y la distinción entre arrendamiento agrario y venta de hierbas. En este artículo, analizaremos los puntos destacados de esta ordenanza y las implicaciones para los sujetos involucrados.
La Corte ha abordado la cuestión de la calificación de un contrato como arrendamiento agrario, estableciendo que para ser considerado tal, debe cumplir con ciertos requisitos fundamentales. En particular, la ordenanza subraya que:
En general. A efectos de calificar un contrato como de arrendamiento agrario y no de venta de hierbas (el llamado pastoreo) es necesario que los elementos esenciales del tipo contractual, es decir, la duración plurianual y el uso exorbitante de la simple recolección de la hierba, sean expresión de actividad negocial y que, por lo tanto, la actividad de cultivo exorbitante respecto a la de mera recolección de las hierbas constituya el fruto de un acuerdo específico entre las partes y no de una iniciativa unilateral.
Esta máxima evidencia la importancia de la intención negocial entre las partes, que debe ser explícita y bien definida. La Corte, invocando también normas como el artículo 56 de la Ley de 3 de mayo de 1982, ha aclarado que la simple recolección de hierbas no puede considerarse arrendamiento agrario si no está respaldada por un acuerdo que prevea un uso más amplio y estructurado.
Las repercusiones de esta ordenanza son significativas para los operadores del sector agrícola. En particular, los contratos de arrendamiento deben redactarse con especial atención para garantizar que cumplan los requisitos establecidos por la Corte. Esto implica:
En ausencia de estos requisitos, se corre el riesgo de una calificación errónea del contrato, con las consiguientes problemáticas legales y posibles litigios.
La ordenanza n.º 9725 de 2024 representa una importante guía para la correcta redacción y gestión de los contratos agrarios. Conocer los requisitos esenciales para su validez no es solo una ventaja competitiva, sino una necesidad para evitar litigios y garantizar la estabilidad de las relaciones comerciales en el sector agrícola. Los agricultores y los propietarios de tierras deben, por lo tanto, prestar la máxima atención a las normativas específicas y a las interpretaciones jurisprudenciales para gestionar eficazmente sus contratos.